MENAS, Melilla.
Los menores extranjeros de las calles de Melilla arriesgan su vida para llegar a la península. Ante el desamparo institucional, muchos se juegan la vida tratando de colarse como polizones en los barcos que zarpan del puerto melillense.
“Juegan” al risky, la única forma que les queda para proseguir su camino desde Melilla hasta la Europa continental. Es la suerte a la que juegan muchos Menores extranjeros no acompañados (MENA) que buscan abandonar la calle, a la que la desidia institucional les condena. Se organizan en grupos y trepan la alambrada que separa la ciudad del puerto para tratar de esconderse en alguno de los barcos que viajan a la península, o saltar -hasta en cinco ocasiones en una misma noche- al mar, y nadar hasta alcanzar los navíos que ya han zarpado. Esperan su momento en las escolleras del puerto de Melilla y con la caída de la noche se juegan su oportunidad a vida o muerte, saltando una valla que sólo hace más peligroso su paso o bajando un muro agarrados a una cuerda, o saltando al agua para llegar a nado al barco.
El ‘risky’ es un intento más de conseguir su sueño, de seguir adelante en su camino. Pero en 2016 más de 8 de estos niños murieron durante este “juego”.