Testimonio activista Caravana a Grecia, campo Oreokastra; 19 de julio de 2016
“Martes 19 de julio, soy una de las pocas personas que van a poder visitar el campo de Oreokastro, un centro temporal o campo de reubicación en teoría. Dentro de un hangar inmenso se alinean 250 tiendas grandes o jaimas con capacidad para unas 8 personas.
En cada jaima vive una familia, y se calcula que hay unas 1.400 personas. Muchxs niñxs corretean de un lado a otro. La gente es amable y responde sonriente a nuestros saludos en árabe (Salam Aleikum).
Tengo la suerte de encontrarme con una mujer muy amigable y que habla inglés llamada Bethule que me invita a sentarme con ella y con su vecina de tienda Noal. Son de Alepo y ambas tienen niñas pequeñas. Empezamos hablando en general, pero Bethule está dispuesta a contarme la historia de su familia. Tanto ella como su marido son universitarios, estudiaron Económicas. Ella trabajaba en una oficina y él era jefe de una sucursal bancaria. Cuando un bombardeo mató a 7 personas de la familia de su cuñado, entre otras tres niñxs muy pequeñxs y una mujer embarazada, en ese momento es cuando el hermano de su marido les dijo “tenéis que iros de aquí” y comenzó su odisea.
Huida con sus hijas pequeñas.
Primero viajaron en autobús desde Alepo a la frontera en Turquía, durante dos días. Estuvieron otros dos días esperando en la frontera de Turquía para poder pasar y una noche, caminaron durante 5 horas en la oscuridad para atravesar la frontera, en total silencio. Llevaban en brazos a sus niñas y rezando para que no lloraran (la mayor es una linda niñita de 4 años e inmensos ojos negros llamada Sham, la pequeña es un bebé de pocos meses). La siguiente fase de la travesía consistía en cruzar el mar, para ello estuvieron esperando buenas condiciones marítimas durante 20 días alojadxs en un hotel, lo intentaron hasta cuatro veces, pero no era posible.
Al final el hombre encargado de hacer la travesía les dijo “o vais esta noche o ya no vais a poder ir, última oportunidad” y a pesar de que el mar estaba picado, esa noche probaron suerte. En este punto no sigue hablando, no quiere mencionar más del tema, su silencio es elocuente. No pregunto más de la travesía por el mar.
En Oreokastro hay una escuela organizada a la que acuden niñxs de 6 a 10 años. Isdra es una de sus alumnas aventajadas y se presta a hacer de guía para enseñar la madraza. Intentamos hablar con las tres profesoras voluntarias, pero solo una habla inglés y está desbordada de trabajo porque hay muchxs niñxs.
Hasna es una chiquilla de unos 16 años. En Alepo era estudiante de instituto, y le gusta mucho leer. Vive con su madre y dos hermanos en otra de las jaimas. Están buscando reencontrarse con su padre que vive en Alemania, pero no es tan sencillo, la única opción es que el padre consiguiera ahorrar lo suficiente para hacer el viaje hasta el campamento y llevárselas con él.
Su historia es muy similar a la ya narrada, y me doy cuenta de que todas las odiseas de cada una de estas personas son una sola, llena de dolor, sufrimiento y renuncias. En su caso y en el de su vecina Shahira, una mujer viuda con una nieta pequeña, a su cargo porque la madre murió en Siria. Su última parada antes de llegar a Oreokastro, fue Idomeni. Relatan colas interminables de 4 y 5 horas para recibir una pequeña porción de comida, a veces el único alimento en todo el día.
Me tengo que despedir de todas estas personas, con la promesa de contactar a través de Facebook para enviarles las fotos y esta crónica traducida al inglés. Es hora de partir, en el autobús de vuelta unxs chicxs de Tesalónica que han viajado por todos los campamentos, me cuentan que éste es el mejor que conocen.
A poca distancia por ejemplo está el de Softex, un campo donde han mezclado a gentes de diferentes sitios, afganas iraquíes, sirias, kurdas … afirman que es una bomba de relojería que cada poco tiempo estalla, sin intervención de la policía. Además es un campo que no reúne las condiciones higiénicas adecuadas, al lado hay una especie de ciénaga y los olores con el calor ahora en verano son insoportables.”