Violencia sin ánimo de lucro

La dejadez con la que se mantiene una estructura arquitectónica asesina de hasta el momento 6 mujeres por aplastamiento y asfixia, es análoga a la laxitud con la que se permite el comercio sin aduanas. Algunas medidas han sido implementadas parcialmente y con escaso éxito para evitar nuevas muertes, como la separación por género de las personas porteadoras, o la división del tráfico de mercancías a pie y por medio de “vehículos patera”.

Al fondo de la imagen se observa la construcción de un nuevo centro comercial en la frontera de Barrio Chino en Melilla. Igual que para el caso de Ceuta, el comercio transfronterizo nutre de un fructuoso negocio a ambos lados de la frontera. Muchos productos se compran en territorio marroquí más baratos que en el nacional, pero es mayor el tráfico de mercancías desde suelo español.

De igual modo, el polígono donde se sitúan las empresas comerciantes ha sido recientemente ampliado en 2017 para albergar nuevos almacenes con los que responder a la demanda, en su mayoría, de alimentos y ropa para su transporte por las porteadoras. Existen incluso asociaciones de empresarios del sector que reclaman mejores condiciones en frontera: una extensión del tiempo en el que ellas puedan portear ampliándolo más allá de las 3 ó 4 horas permitidas de lunes a jueves, así como la reapertura de antiguos puntos fronterizos. Poco parece importar la violación sistemática de derechos humanos en las fronteras de Ceuta y Melilla, recogida en un informe elaborado por las asociaciones Irídia, Novact y Fotomovimiento, pues el porteo continúa siendo motor económico de ambas ciudades.

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